It's my mess

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El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla.

jueves, 18 de agosto de 2011

No se mañana, pero hoy te quiero



Desperté. Parpadeé un par de veces o tres, miré a mi alrededor y me dí cuenta de que aquella imagen era la que quería ver el resto de mi vida. El movil estaba encima de la mesilla, seguramente habría alguna llamada pero no quería saber nada de nadie en aquel momento. Miré a mi derecha, sonreí, estaba allí dormido y casi rozaba mi nariz, sus piernas entrelazaban las mias y podía sentir su mano encima de mi tripa. Hacía demasiado frio y yo temblaba también demasiado (algo típico en mi), me giré con cuidado y conseguí hacerme hueco en aquel arco que se formaba apartir de sus rodillas intentando absorver algo del calor que desprendía.
Le quería, no hacía falta demasiado para darse cuenta. Estar a su lado acababa con mis ganas de dormir aunque el lo hiciera placidamente. Pensaba demasiadas cosas a la vez mirando a algún punto fijo de su anatomía, segundo después reaccioné. A pesar de que lo que menos me apetecía en aquel instante era salir de aquella cama me incorporé con sigilo para ir en busca de algo que saciara mi sed. Me pusé en pié y en mi camino tropecé con su camiseta, parecía estar puesta allí de forma estratégica, tirada de cualquier forma en el suelo, arrugada, y (como no) del revés. Me la puse, olía a el. Maldito olor adictivo que le caracteriza.
Me miré en el espejo y no pude evitar sonreir, me gustaba aquella imagen; pelo despeinado, ojos marrones, el maquillaje justo y preciso que aún permanecía y la barbilla algo roja, debido a que alguien que hace tres o cuatro días que no se afeita te coma a besos durante horas, en fin el reflejo de alguien que quiere parar el tiempo a toda costa.
Me dirijí hacia la cocina, de camino observaba mis pies descalzos a la vez que eschuchaba el crujido habitual de mi dedo meñique a cada paso. Llegué y miré por la ventana, era de día pero aún no había salido el sol. Eché un calculo aproximado de que más o menos serían las siete y media. Un barrendero barría la calle, y una madre llevaba a su hijo al colegio, ignorantes de que a unos metros estaba la adolescente más feliz que se podía encontrar en 1000 km a la redonda.
Abrí la nevera espectante olvidando que habiamos acabado con todo el liquido existente el día anterior. Volví a la cama con paso lento y desprocupado. Me quedé parada delante de aquella cama y me dije: no se mañana, pero hoy te quiero.

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