Recobecos

Nunca había sentido la enorme necesidad de abrazarte de tal manera. De sentir que estabas ahí, en la cama mas pequeña del mundo, conmigo.

Las líneas de la ventana dejaban entrever las intensas luces de las farolas, y a la vez hacía de aquella pequeña habitación el lugar mas maravilloso del mundo.

La noche se hizo larga, creo que fue culpa de mi tremenda obsesión por que no terminara nunca. Jamás he despertado tantas veces en una misma noche, y ver que todo seguía igual, que tu estabas en el mismo lugar donde te había dejado minutos antes me tranquilizaba. Interminables segundos viéndote dormir, mientras mi cabeza totalmente en blanco tan solo dejaba hueco para ese pensamiento que no dejaba de retumbar dentro de mi recordándome que llevaba esperando ese momento demasiado tiempo.

Besos, esa palabra que nunca me había llenado tanto.

Caricias, sonrisas, abrazos, y yo misma mas que nunca.

He descubierto que tu espalda es un mundo por descubrir del que no quiero irme, donde mi brazo encaja a la perfección. He descubierto en el amor que el mayor defecto de una persona puede resultar una pequeña virtud.